jueves, 18 de septiembre de 2014

UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO

UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO


Siete de la mañana. La tensión que produce llegar a horario hace que llegue media hora antes. El personal auxiliar, un poco tarde como siempre. La limpieza a medio hacer pero los termos con agua caliente ya están listos. Miro el reloj y voy directo al pizarrón, ya que tal vez a última hora anoche algún profe haya avisado de su ausencia. Y comienzo a desear que no falte ningún profesor de la primera hora, porque no hay preceptores suficientes para hacer todo el trabajo. Si el profe X tomó licencia, y no se cubrieron sus horas, cómo hacemos? Plan de contingencia, horas libres cero.
De a poco comienzan a llegar los actores institucionales. Siempre son los mismos los que llegan a horario, se reúnen en la sala y comienzan las charlas rutinarias que van desde contenidos,metodologías, tutorías, problemáticas de grupos y otros datos curiosos...y entonces suena el timbre, y entran los alumnos. Algún que otro profesor rezagado viene cargado de libros con su último aliento, pero otros se han quedado afuera porque ya se cerró la puerta.
Damos la bienvenida a los alumnos. Hay muchos afuera esperando que terminemos de decir la oración a la bandera. ¡Qué momento tensionante es éste! Atrás quedaron los alumnos que, orgullosos, procuraban hacer buena letra para poder pasar a la bandera e izarla como corresponde. No, estos alumnos de ahora se pelean por no pasar a izar la bandera, sienten vergüenza de ese honor, el pabellón nacional los incomoda...ruidos de carpetas, murmullos molestos, algún globo de chicle y todo se desmorona...porque este momento, este instante en el que pocos quieren pasar a izar el pabellón nacional, es un momento muy particular en nuestra institución. Párrafo aparte para el llamado a la reflexión que damos todos los días, las tareas otorgadas a quienes se negaron a tal honor, los mensajes exhortativos que suelen demorar la entrada al salón.  Y entonces, cuando los alumnos se disponen a ir a sus aulas, se abren las puertas y al abrirse las puertas, entran agolpados muchos chicos con cara de dormidos, y algunos profes con marcas de almohada en el rostro. Una mirada de desaprobación de mi parte, para que implícitamente comprendan el mensaje..un mensaje que dice “no se llega tarde, hay que dar el ejemplo”.
La mañana suele ser tranquila, excepto cuando tenemos la visita de algún inspector. Es éste un personaje muy curioso, es el mayordomo de una mansión llena de párvulos que se le ocurre pasar el dedo por todos los muebles hasta encontrar suciedad...y ya sabemos que el que busca, encuentra. Es, como decía, un curioso personaje cuya única misión es señalar los errores, desaciertos y omisiones...porque parece ser que hay pocas cosas buenas en esta escuela. Pero en el fondo los entendemos, porque estos buenos actores educativos responden a otros, siendo éstos también educativos pero no por concurso, que ejercen autoridad y generan mandatos difíciles de no cumplir...imaginar un acto de rebelión sería impensable.

Y así transcurre la mañana...el timbre de las 11.50 es para algunos, el fin de la jornada, para otros el inicio; para algunos la salvación y el descanso por el resto del día, para otros el comienzo de la tortura...todos lo vivimos de una forma diferente, con un sabor particular que va dejando este convivir en la institución. Somos como una familia, somos la institución escuela.



No hay comentarios:

Publicar un comentario