domingo, 21 de septiembre de 2014

Mi primer día de clases



Ser profesora en Lengua y Literatura siempre había sido una materia pendiente en mi vida, ya que por motivos personales abandoné la secundaria en quinto año, de una escuela técnica, y posteriormente comencé a trabajar, me enamoré y me case. Al poco tiempo llegó mi primer hijo Gonzalo, y el tema de terminar mis estudios estaba muy lejos de mis pensamientos. Así pasaron muchos años, hasta que mis hijos ya fueron adolescentes, ya tenían su propio vuelo. A mí  me quedaba algo pendiente: primero terminar el secundario, y después emprender ese sueño en su momento un poco inalcanzable de ser profesora en Lengua y Literatura. No fue fácil ser mamá, y estudiante, tuve que modificar muchas cosas, pero el deseo era más fuerte y pude pasar etapas paso a paso, hasta que después de cinco años pude realizar mi sueño tan anhelado.
Pasaron unos meses  y un día….surgió una posibilidad de trabajar en una escuela rural donde su población de alumnos en su mayoría son de la etnia Qom-Estaba llena de expectativas, nervios, miedos, y todo lo que seguramente muchos de los colegas sintieron en su primer día de trabajo…
“Tercero de comunicaciones”- me dijo la directora… ¿Te  animas? “¡Sí, claro!-  dije yo!  “Y así comenzó mi aventura, por lo que tanto me había formado al fin legaba,  sentía que mi corazón latía muy fuerte mientras la directora  me acompañaba para presentarme a los chicos.
Entramos y un silencio se produjo, terminadas las presentaciones formales, sentía que 18 caritas me miraban, muy expectantes y miles de situaciones vividas en el profesorado se me venían en la mente, qué hacer ¿qué decir? Opté por lo fácil y me presenté, y los invité a  que se presentaran también.
Muy  tímidamente lo hicieron, cada uno fue diciendo su nombre y apellido.
Lentamente se fue produciendo un dialogo ameno ente los chicos y yo, me contaron un poco donde vivían, cuáles eran sus sueños, que les gustaría seguir estudiando y demás….
Y así sin darme cuenta el timbre de finalización de hora sonaba. “Ya el timbre”- dijeron los chicos ¡qué rápido pasó la hora!
“Bueno mañana nos vemos así que seguiremos conociéndonos”,-“hasta mañana chicos”- les dije.
¡“Hasta mañana profe”! Dijeron al unísono...

Nuca olvidaré el sentimiento de absoluta plenitud que sentí al escuchar de mis alumnos esa palabra: “profe”, cuanto significado tenia para mí; de vuelta a casa, en los 25 kilómetros que tengo que hacer para volver a mi hogar, tuve tiempo de hacer un repaso de todos los momentos difíciles que tuve que pasar para recibirme, y que muchas veces estuve tentada de abandonar. Nada se compara con esta alegría inmensa de ver los frutos de mi esfuerzo y dedicación. “Profe” una palabra que para mí era gigantesca y encerraba todos los sueños que una vez me atreví a soñar. Ese sueño se concretaba ese día los frutos los comenzaría a percibir a partir de ese glorioso día…

sábado, 20 de septiembre de 2014

Mi experiencia en el aula con la ortografía y la redacción de los alumnos

En mi corta experiencia docente, así como en mis prácticas educativas, pude observar que la mayoría de los alumnos del nivel secundario presentan dificultades en la ortografía y la redacción.

 A continuación, voy a referirme al caso particular de mis alumnos de tercer año del CBC. Ellos debían redactar un cuento fantástico sobre un tema a elección. Al entregar sus producciones pude ver las dificultades gramaticales, de coherencia y de cohesión.

 En este sentido, sus faltas de ortografía se daban en la inadecuada escritura de las palabras y de la aplicación de las normas de la ortografía en general. En efecto, los estudiantes escribían como hablaban o de manera abreviada como si estuviesen escribiendo un mensaje de chat o SMS.

 La coherencia y cohesión de estos alumnos era inadecuada, ya que empezaban una idea y la siguiente no coincidía con la primera. Sumado a esto, lo que redactaban era sumamente breve. Tal vez en sus mentes tenían una idea acabada de lo que querían escribir pero al momento de concretar se “iban por las ramas”.

 En una primera instancia, me ocupe de la ortografía, ya que debían mejorar esta cuestión. ¿Cómo lo hice? A través de la enseñanza de las reglas ortográficas y con la utilización de textos relacionados con el mundo tecnológico y adolescente, por ejemplo “el uso del celular”. Es decir, les acerqué textos que captarán la atención del alumno para así poder enseñar y aplicar las reglas ortográficas mediante una mejor predisposición del estudiante. Ellos tenían a mano las reglas ortográficas y debían aplicarlas de la manera adecuada.

 A partir de los textos disparadores, los estudiantes debían realizar otra redacción sobre el mismo tema o argumento pero en esta ocasión, estaban obligados a aplicar las reglas de coherencia y cohesión adecuadas que fueron expuestas oportunamente en una clase anterior.

 Esta vez las producciones que recibí fueron medianamente mejor elaboradas y cuidadas en su redacción, ya que los temas propuestos eran del interés del alumno. Esta fue una de mis estrategias. Le ofrecí al estudiante un texto con una cuestión de su interés para trabajar desde allí con el error.

 Cabe destacar que estos alumnos cuando leían en voz alta también lo hacían con muchas dificultades de entonación. Como estrategia para sobrellevar este problema, estoy implementando la lectura cotidiana y obligatoria de un libro en los últimos minutos de la clase. Es decir, estoy intentando crearles un hábito de lectura como condición para la obtención de un buen concepto.

 En efecto, considero que el estudiante de hoy está más familiarizado con lo tecnológico y visual que con la redacción o lectura de un texto. Si el texto a leer o escribir es extenso, surgen las quejas unánimes como así también en las instancias de dictado. Sería bueno reflexionar cuales son las causas de estas dificultades y cuáles son los mejores métodos a utilizar para paliar esta situación. Aquí les dejo un video sobre otro tipo de estrategia innovadora para enseñar ortografía.

jueves, 18 de septiembre de 2014

UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO

UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO


Siete de la mañana. La tensión que produce llegar a horario hace que llegue media hora antes. El personal auxiliar, un poco tarde como siempre. La limpieza a medio hacer pero los termos con agua caliente ya están listos. Miro el reloj y voy directo al pizarrón, ya que tal vez a última hora anoche algún profe haya avisado de su ausencia. Y comienzo a desear que no falte ningún profesor de la primera hora, porque no hay preceptores suficientes para hacer todo el trabajo. Si el profe X tomó licencia, y no se cubrieron sus horas, cómo hacemos? Plan de contingencia, horas libres cero.
De a poco comienzan a llegar los actores institucionales. Siempre son los mismos los que llegan a horario, se reúnen en la sala y comienzan las charlas rutinarias que van desde contenidos,metodologías, tutorías, problemáticas de grupos y otros datos curiosos...y entonces suena el timbre, y entran los alumnos. Algún que otro profesor rezagado viene cargado de libros con su último aliento, pero otros se han quedado afuera porque ya se cerró la puerta.
Damos la bienvenida a los alumnos. Hay muchos afuera esperando que terminemos de decir la oración a la bandera. ¡Qué momento tensionante es éste! Atrás quedaron los alumnos que, orgullosos, procuraban hacer buena letra para poder pasar a la bandera e izarla como corresponde. No, estos alumnos de ahora se pelean por no pasar a izar la bandera, sienten vergüenza de ese honor, el pabellón nacional los incomoda...ruidos de carpetas, murmullos molestos, algún globo de chicle y todo se desmorona...porque este momento, este instante en el que pocos quieren pasar a izar el pabellón nacional, es un momento muy particular en nuestra institución. Párrafo aparte para el llamado a la reflexión que damos todos los días, las tareas otorgadas a quienes se negaron a tal honor, los mensajes exhortativos que suelen demorar la entrada al salón.  Y entonces, cuando los alumnos se disponen a ir a sus aulas, se abren las puertas y al abrirse las puertas, entran agolpados muchos chicos con cara de dormidos, y algunos profes con marcas de almohada en el rostro. Una mirada de desaprobación de mi parte, para que implícitamente comprendan el mensaje..un mensaje que dice “no se llega tarde, hay que dar el ejemplo”.
La mañana suele ser tranquila, excepto cuando tenemos la visita de algún inspector. Es éste un personaje muy curioso, es el mayordomo de una mansión llena de párvulos que se le ocurre pasar el dedo por todos los muebles hasta encontrar suciedad...y ya sabemos que el que busca, encuentra. Es, como decía, un curioso personaje cuya única misión es señalar los errores, desaciertos y omisiones...porque parece ser que hay pocas cosas buenas en esta escuela. Pero en el fondo los entendemos, porque estos buenos actores educativos responden a otros, siendo éstos también educativos pero no por concurso, que ejercen autoridad y generan mandatos difíciles de no cumplir...imaginar un acto de rebelión sería impensable.

Y así transcurre la mañana...el timbre de las 11.50 es para algunos, el fin de la jornada, para otros el inicio; para algunos la salvación y el descanso por el resto del día, para otros el comienzo de la tortura...todos lo vivimos de una forma diferente, con un sabor particular que va dejando este convivir en la institución. Somos como una familia, somos la institución escuela.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

La influencia de los medios en la adolescencia

Los medios masivos de comunicación han pasado a formar parte de la vida cotidiana de casi la totalidad de la población mundial. En primera instancia hablar de estos conceptos, es decir medios de comunicación, remitía a objetos tales como la radio, luego a la televisión y en nuestra actualidad parece remitirnos inmediatamente a lo que es internet y todo lo que este comprende; aunque también la tecnología y los medios de comunicación se compone de objetos fabulosos y hasta extravagantes que son tenidos como íconos de la vanguardia tecnológica actual, y hasta del futuro si se quiere, en donde uno se puede encontrar con la información que desea en cuestión de segundos.

Los medios masivos de comunicación han ganado territorio en el hogar de nuestras familias de tal manera que en oportunidades lo único que importa a la hora de sentarnos a la mesa en familia, es escuchar lo que los medios, es decir la televisión, dice. Hacemos caso a todo lo que la radio, la tv e internet enuncian; como sociedad hemos incorporado esta nueva costumbre y hemos descartado formas convencionales y propias que se daban con frecuencia dentro del seno familiar y en otros ámbitos, como por ejemplo el diálogo familiar, la lectura de los diarios, de los manuales, entre tantas otras buenas costumbres que nos caracterizaban y nos cultivaban.

 Pero no es tan general la problemática y en este marco podríamos decir que medios influyen en mayor medida en la población infantil y adolescente. La televisión e internet tienen el poder de moldear, de cierta manera, la personalidad de los jóvenes y esto es aprovechado en gran parte por la publicidad. Cuántas veces hemos visto a un niño mirar una propaganda donde se le dice que necesita desesperadamente comprar tal o cual juguete o marca de ropa, o celular, o algún video juego. Tal es la influencia que la publicidad ejerce sobre el niño que de inmediato se dirige hacia el adulto más cercano y le expresa con gran desesperación su necesidad por adquirir el producto, el cual, según el mismo, le dará mayor sentido a su vida.

Pero también en el debate de este tan cuestionado tema es importante remarcar que no todo lo que se ve en los medios es nocivo para la mente de los jóvenes, ya que hay muchos programas de calidad que instruyen e influencian de buena manera en nuestros niños y adolescentes.

Otro punto interesante para reflexionar es el accionar de los padres, y adultos en general. Es muy recurrente y fácil responsabilizar únicamente a la televisión sin admitir que la culpa en este sentido es compartida, ya que somos nosotros los que le inculcamos al niño el hábito y le permitimos horas y horas frente a la famosa “caja cuadrada”.

 Debemos terminar por admitir que los medios son parte de nuestra vida y aprender a enseñar a los niños y adolescentes cuál es la justa medida de las cosas: la televisión no es mala, pero tampoco toda la televisión es buena, y de ella se puede disfrutar si se aprende a no dejarnos influenciar y, en cambio, desarrollamos un juicio crítico respecto a la misma.

 En conclusión, es claro que los medios influyen en las mentes de nuestros jóvenes y eso no va a cambiar. Lo que debemos hacer es preparar las mente de los jóvenes para que aprendan a filtrar la información y rescatar lo bueno, tal vez así los medios se vuelvan más un instrumento que sirva para educar que un instrumento para manipular. Paiva Leticia